jueves, 10 de abril de 2014

Doscientas palabras



Día 91
Jueves 10-4-14

La extensa vida del elefante africano

En líneas generales prefiero empezar un cuento por el principio. No en un sentido cronológico, en cuanto a que narro primero lo que sucedió antes, sino en términos de sentido. De sentido cronológico. Oculto lo obvio, comienzo escondiendo mientras señalo algunas pistas. Un poco por aquí, otro por allá. Le doy al lector algo de información como para que no se escape, pero la dosifico para mantener su atención. El tipo suele ser veleidoso, se sabe deseado entonces retacea su atención. Por eso se trata de mantenerlo atado a la mano. Darle la cuota justa para que el relato pueda avanzar, pero siempre escondiendo el truco con la otra mano. Como un prestidigitador. Los dedos de una mano distraen al espectador, mientras los de la otra pasan un elefante frente a sus narices sin que este pueda verlo. Por ejemplo, si yo estuviera en este momento escribiendo un cuento, podría usar todo este palabrerío sin sentido respecto a cuál es la forma de escribir un cuento (como si existiera una manera) para distraer tu atención,  mientras olvidás la cuestión de la cronología. ¿Cuál cronología? Esa es estrictamente la cuestión. ¿O acaso cuál creés que es el elefante de esta historia?