jueves, 16 de enero de 2014

Doscientas palabras diarias

Día 15
Jueves 16/1/14


Cenital


-- Dos mil cuatrocientos. Vivió setenta años, ponele que comenzó a pintar a los veinte. En cincuenta años pintó dos mil cuatrocientos cuadros. Pará que te digo cuantos al año.
La mujer había irrumpido en el atelier de su hija blandiendo el diario en alto. La nota hablaba de la obra robada de una pintora fallecida. Una artista que nadie recordaba pero que por lo menos había dejado un legado sorprendente.
-- Cuarenta y ocho al año, cuatro al mes. Uno por semana.
La chica tras el atril miraba a su madre que blandía sus dedos a modo de cuentas. Imaginó cómo podría transformar esos dedos en obra. El cuarto sólo tenía un ventanuco en el techo. La luz caía cenital sobre la tela blanca, y rebotaba encegueciendo a la pintora, que apenas si había logrado manchar algunas telas. A falta de vocación propia había elegido la materna.
-- No me mires con esa cara. Pintá. ¿O creés que la tela se va a pintar sola?
Los dedos regordetes se zarandeaban amenazantes. Dedos de pintora frustrada que no lograron alcanzar el ruedo del vestido de la chica que pisó la tela, trepó por el atril, abrió el ventiluz y escapó por los techos.

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