martes, 2 de junio de 2015

A mi nunca me pegó nadie


No me gusta el feminismo.
A mí el género me abrió más puertas de las que me cerró. Gracias a que soy mujer trabajé en forma constante, sin bajar jamás los brazos, sin retroceder ni para tomar impulso. Agradeciendo siempre la inmensa suerte de ser considerada. Disimulando el temor de que se me eligiera por algún atributo distinto al que el puesto requería. Rindiendo examen a diario por si algún tercero también abrigaba alguna duda. O alguna. Ocultando las limitaciones propias de la maternidad hasta el punto de olvidarlas. Hasta segundos antes de parir y aún con los puntos de la cesárea frescos. Que nadie crea que por ser mujer trabajo menos. Al contrario.
Tampoco nadie me violentó jamás. Ejercí con dedicación mi femineidad. Nunca permití que la grasa o las canas atentaran contra mis encantos naturales. Libro en vano las batallas diarias contra las arrugas o la celulitits. Levanto la cabeza orgullosa cuando aún oigo algún piropo en la calle. Me he ganado cada una de esas miradas. LLegué a al borde de los cincuenta sin morir en el intento. A mi nunca nadie me pegó porque yo supe adaptarme a lo que ellos necesitaban de mí.