domingo, 12 de octubre de 2014

Doscientas palabras - Malas intenciones

-- Si hubiera sido diseñado como arma de destrucción masiva sería menos mortal. Deberías haberlo pensado antes de presentarte así en mi casa. La primavera vendrá lluviosa. ¿Sabés la cantidad de gente que puede morir por el uso imprudente de este tipo de adminículos? Me extraña. Puedo entender todo del paraguas. El mango que lo sujeta, la tela impermeable que ataja el agua, pero el filo en el extremo es demasiado. Alguien tiene muy malas intenciones. -- No vine con malas intenciones.-- contestó él apenas en un murmullo. La mujer había soltado la parrafada con la puerta entreabierta, sin permitirle el ingreso al hombre que luchaba para que el viento no se llevara el paraguas. -- ¿Me dejás entrar? -- A vos sí, a tu paraguas no. Lo cerró con cuidado y lo apoyó contra la pared. -- ¿Vas a dejarlo ahí? -- ¿Dónde querés que lo ponga, querida? -- En la esquina hay un contenedor de basura. No iba a tirar su paraguas. Tenía su dignidad. Amaba a esa mujer, le gustaba ser puesto a prueba, demostrar cuan grande era su amor. Pero había un límite. Entre ella y el paraguas eligió el paraguas. La mujer aliviada cerró la puerta. Podía disfrutar tranquila de su novela.