miércoles, 29 de octubre de 2014

Doscientas palabras diarias - El Coleccionista

Mi padre llegó a Pergamino sin saber qué cosa sería ese sitio que se resistía a ser pronunciado. Yo trataba de imaginar, como él. Cómo sería aquella otra tierra. Blanca, helada. Odessa era un misterio similar al que había sido Pergamino para él. Tenían en común el agua. Aunque variara de estado. Yo no conocía la nieve. No podía imaginar cómo sería tener una laguna blanca y dura como piedra. No podía ser más fría que la mía de madrugada cuando papá me exigía que levantara el pez que había logrado enganchar. -- Como la historia del náufrago con un solo salvavidas. Así le dije. Mi hijo me miró. Con enojo. Ni siquiera recuerdo cuando fue que se invirtieron los roles. Me pregunté si me hubiera atrevido a mirar a mi padre así. Quién sabe, tal vez si él se hubiera vivido tantos años como yo. La longevidad es una carga dura de compartir. Entonces acepté. -- ¿Te ayudo a elegir? No necesitaba ayuda. En mi colección sólo había un cuadro esencial: Pampa. Desde el día que lo compré cada vez que lo veo escucho al agua pegando en el bote junto al sonido mudo de la nieve al caer.