viernes, 5 de septiembre de 2014

Doscientas palabras - Lago en el cielo

Soplo suave, esparzo la arena. El viento la amontonó contra la puerta. Apenas si pude abrirla. Llegué tarde, el lago estaba cubierto de niebla. Me tiré a dormir. La llama azulada de la hornalla me llenó el sueño de fantasmas. O el viento. ¿Quién dijo que ulula? Brama. El esfuerzo de mover montañas. Algo del médano estaba ahora dentro de mi cabaña. Un baño de arena. Junto un poco en mi mano. No se puede contener. Aún apretando fuerte el puño no puedo evitar que algunos granos se deslicen por las heridas invisibles de mis dedos. El tiempo se me escapa de las manos. Debería salir a barrer la arena de la puerta antes de que me sea imposible abrirla. Estoy hipnotizada. La tarea de observar el movimiento de los granos al soplarlos me ata a la silla. El aire expelido es mejor motor que las manos. Algunos elementos pueden empujarse y otros no. No se puede apurar al tiempo. Algo del viento exterior se ha colado en mi boca. Un bramido más fuerte que otros me sacude. Me decido a abrir la puerta, correr la arena. Debo estar preparada por si está vez él sí se decide a venir.