domingo, 13 de julio de 2014

Doscientas palabras

Fanática

--Así como me ves soy bastante rockerita.
El músico acomodó la cinta con la que la guitarra colgaba de su cuello. La semana terminaba, no había estado mal. Podía vivir de su arte si se conformaba con poco. Un par de canciones por vagón le garantizaban lo mínimo indispensable. Quién quiere ser cadete. Qué quería la minita. Qué no vas a tener cara de rockerita. ¿Te miraste al espejo? Estaba muy bien aquello. Hasta groupies podía cosechar. Sonrió, acomodó la melena de león, y le acercó la cabeza. En esa parte el tren pasaba por un túnel y el ruido era ensordecedor. La chica susurró bajo como para garantizarse mayor cercanía. Ahora su oído estaba pegado a sus labios.
-- Que sos muy bueno. ¿Tenés Facebook? Me gustaría seguirte.
Seguime hasta el fin del mundo, mamita. Pero no lo dijo. La fanática te sigue si te mostrás difícil. Ahora acercó él su boca a ella. Le dijo su nombre, se disculpó, no usaba Facebook. El subte se detuvo, la fan se bajó. No pudo seguirla, tenía el amplificador en el otro extremo. Rara la groupie. Todavía le quedaban un par de horas. Buscó la gorra para guardar lo recaudado. Estaba vacía.