jueves, 17 de abril de 2014

Doscientas palabras

Día 96
Jueves 17-4-14

Eternidad

Trescientos cincuenta y siete años después volvieron a intentarlo. Él había muerto en el treinta y ocho, ella en el cuarenta y dos. Muerto en el sentido figurado en el que los antiguos concebían el cambio de estado. Había una esquina grabada en sus memorias. Bastaba con abstraerse, qué otra cosa es el amor que una abstracción mental, y aún en ausencia de sus cuerpos podían volver al recodo. Sin embargo, en el breve período de cuatro años en el que sus estados se diferenciaron, él acudió puntual al encuentro pero ella no se presentó. La cita había sido acordada en el lecho de muerte, ella sólo debía sentarse a pensarlo y se encontrarían donde siempre. Pero ella no fue. Ni ese día, ni el siguiente, ni tampoco los demás días en los que él aguardó con creciente desesperación. No podía buscarla si ella no lo pensaba, y ella no lo hizo. ¿Por qué? Quien sabe, qué importa. No lo hizo. Y cuando le tocó a ella cambiar de estado, él ya no estaba. Desencuentro amoroso, más viejo que la muerte misma. Pero la inmortalidad tiene esos atajos. Trescientos cincuenta y siete años después coincidieron ambos en la misma esquina.

http://www.minutouno.com/notas/319658-cientifico-despues-grabar-nuestro-genoma-y-mapa-mental-seremos-inmortales