sábado, 29 de marzo de 2014

Doscientas palabras

Día 85
Sábado 29-3-14

Cuento de hadas

No le gustaba el Quijote, por eso detestaba la comparación.  Odiaba incluso al género completo, consideraba que las novelas ni siquiera eran literatura. ¿A quién podía interesarle leer aquello que podría haberse narrado con tanta más elegancia y economía de lenguaje? Por eso Quijano había dedicado su vida al estudio del cuento de hadas. ¿Qué podía tener en común con el Quijote? No estaba obsesionado, sólo amaba las construcción poética que encerraban esos micromundos.
Pero el chiste se repetía en todos los ambientes académicos, y él llegó a evaluar la posibilitad de cambiarse de nombre. No fue necesario. Bastó con cambiar de mundo: gracias a un intercambio universitario logró establecerse en Oriente, donde nadie conocía la existencia de su casi tocayo. ¿Quién necesitaba novelas teniendo Las mil y una noche?
Poco tiempo después de establecerse en Dubai alguien le comentó sobre el caso de las princesas encerradas. Dos hermanas tan bellas como la luna, prisioneras en una torre por el cuidado obsesivo de un padre celoso. ¿Cómo podía seguir leyendo cuando el cuento invitaba a ser vivido? Dicen que aún puede verse al hombre, montado sobre un auto destartalado, rondando los jardines palaciegos de cuanta mansión encuentra en su camino.

http://www.lanacion.com.ar/1676310-cuatro-princesas-confinadas-y-a-pan-y-agua-en-un-palacio-saudita