miércoles, 20 de marzo de 2013

Usted está aquí – Km -1,70




 Después de un prolongado silencio comenzó a toser. Sin mucho entusiasmo, una tosecita seca. Para meter ruido nomás. El eco le devolvió su pobre y mustio sonido impoluto. El carraspeo no parecía haber chocado ni con una silla siquiera. ¿Estaba en un espacio vacío?¿Qué tan vacío podía estar un espacio?
Extendió una mano hacia atrás, palpó el aire a su alrededor. Nada. Hubiera jurado que aunque sea habría una pared. Algo dónde apoyarse. Dio un paso breve hacia atrás. Los límites de los espacios suelen estar hacia atrás. Sus zapatos de goma ni siquiera rozaron el suelo. Tampoco había abajo. El vacío era extenso. Profundo. Pensó que entraría en pánico si no lograba saber dónde estaba. En qué parte de sí misma había logrado sumergirse esta vez.  Imaginó uno de esos mapas para guiarse en las ciudades. Esos que indican “Usted está aquí” y marcan con un círculo rojo un espacio diminuto en un crucigrama de calles. Una afirmación potente, capaz de devolverle la tranquilidad hasta al más exigente de los transeúntes. Ahora la fórmula se invertía: “¿Dónde está usted?”. Sin líneas, ni círculos no hay mapa posible.
 Intentó percibir su propio pulso, la textura de sus entrañas. El olor de los fluidos circulando dentro suyo. El rumor de la sangre inundando sus venas. Nada. No había nada. No había forma de guiarse dentro de uno mismo. ¿Qué hacer? ¿Qué podía hacer una consigo misma? Ante todo activar el instinto de supervivencia: Aceptar con resignación el vacío interior, y evitar exponerse ante una pantalla en blanco.

Bibiana Ricciardi