viernes, 1 de febrero de 2013

Proyecto "Usted está aquí" - 800 metros


800 metros - Virrey Loreto y Freire - Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina

    -- Me insultó.
No, con palabras. Nada de gesto ambiguo. Insulto. La oí muy bien. Con todas las letras. Insulto, así: insulto. In - sul - to. Yo que sé cuantas letras tiene. Contalas vos si te interesa. ¿Me estás cargando? Un insulto es un insulto. Acá y en la China. ¿Me entendés? Te llamo para descargarme. Y con quién querés que me descargue. Tu hermana me insulta y vos como sí nada. Qué importa qué insulto usó. El tema es que me insultó. Insulto, Esteban. Insulto. ¿Ahora podés escucharme? No voy a decir la palabrota. Soy una dama. Jamás en la vida.  Es la diferencia. La cuna, esa es la diferencia. Como sí no me conocieras. Quiero que la llames y le digas algo. No tiene importancia la palabra que usó. Me insultó y punto. ¿No vas a defender a tu mujer? Acá el tema es la grosería. A mí no. Me da igual. Todas las palabras son iguales. Todas esas palabras son iguales. Ese tipo de palabras guarangas utilizadas para denigrar a otro. Palabras, sí. No gestos. Conozco el espectro, querido. No las repitas. Tratá de mostrarme que sos mejor que ella. ¡No las digas! No, no se deben decir. No se pueden decir. Pensalas, si querés. No me molesta que las pienses. Lo que me molesta es que las digas.
    La mujer que taconeaba su enojo bajó del colectivo y caminó en mi sentido. Imposible no oírla. Yo también había tenido una esposa. No pude evitar solidarizarme con el receptor del llamado. Cuando la atropelló el taxi ella cruzaba por la mitad de la calle, y yo aún no había pensado en cómo me desharía de ella si fuera mi propia mujer. Lo juro, el accidente fue unos segundo antes de que se me ocurriera la idea.