700 metros - Virrey Loreto y Delgado
Doscientos treinta y dos, doscientos treinta tres, doscientos treinta y cuatro... Baldosa rota. El chico se asomó al abismo y gritó. Madre, montaña molino, aspavientó, suplicó, contuvo, expiró. Aliento postrero, maternal resignación. Rogó, saltó, explicó. Murmullo, réplica, lengua voraz. Infame, nominal. ¿Qué nombra? No todo lo que se piensa puede ser dicho. El chico redobla el alarido, patalea. Pega a la ilusa con toda su fuerza.
Uno de los operarios del taladro que ha roto la vereda que ayer estaba entera desafía al pequeño demonio. Esos no son modos.
-- Madres modernas. Un par de bifes bien puestos.
El molino giró sobre su eje. La frustración movió a la montaña que se plantó frente al metido y le sacudió su paraguas con fuerza en el lomo.
-- Usted que sabe, que dice sobre lo que no sabe. Métase en lo suyo.
El pequeño cruzó la barrera nominal y se alejó rápido del escándalo.