Km 2,54 - Conde
200, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
Tenía las
zapatillas sucias. Viejas. La cara brillante, los ojos pintados, la sonrisa
puesta, la blusa, el collar. Pero las zapatillas no. Un agujero en el costado.
Un cordón más corto que el otro. ¿No se daba cuenta que había un sorete justo
al lado de su pie? En cualquier momento lo pisaba. Mucha risita y voz coqueta
pero iba a volver a su casa sucia. Oliendo a mierda de perro. En la cuadra del
colegio siempre había caca. Algunas personas la levantaban en una bolsita.
Esperaban que saliera y la levantaban rápido antes de que se enfriara. Porque
la caca es caliente. Cuando sale, después no. Se enfría. ¿A dónde se llevarían
la caca? ¿La coleccionaban? La mochila me pesaba, y la señora no dejaba de
preguntarle cosas con su micrófono a mi papá, que contestaba feliz. ¿Por qué los
grandes festejan tanto el primer día de clases? Entonces la periodista me
habló. O sea, no me habló a mí, que estaba más cerca de sus zapatillas viejas
que de su cara bonita. Pero me di cuenta que sí era a mí cuando me puso el
micrófono frente a la boca. Las pestañas largas. Parpadeo tenso. Papá sonrisa
de extraño. Esperaban una respuesta. Algo del colegio supuse.
-- Me gusta
aprender.
Sonrisa
roja, palmada paterna.
-- ¿Qué te
gustaría aprender este año?
-- Cosas de
los perros—dije.
Risas
tensas.
-- ¿Qué
cosas, por ejemplo?
-- Cosas.
No sé. Cosas que no sé.
-- ¿Te
gustaría ser veterinario?
-- No, me
gustaría saber por qué la caca cuando sale está caliente.
Tosecita amenazante
paterna. Temblequeo nervioso de la mano que esgrimía el micrófono. Se me
escapó. A veces las cosas salen de la boca sin pensar, como un eructo. A mí no
me gustan las periodistas. No me gusta el colegio. Me gustan los perros que
andan por ahí cagando tranquilos sin que nadie los moleste. ¿Qué hay de malo
con la caca? La zapatilla vieja trastabilló y buscando equilibrio se asentó sobre
el sorete que la esperaba.
Bibiana
Ricciardi