Detalle
de
Bibiana Ricciardi
--¡Señoritas! ¡Señoritas! Se me
sientan todas y me escuchan. Quiero el nombre de la culpable. Vergüenza debería
darles. ¿Cómo miro a la cara a los otros entrenadores? ¿Se imaginan los cantitos
de la hinchada contraria? Esto es deporte, fútbol. Si querían desfilar en ropa
interior equivocaron la profesión, muchachas. Acá hay que entrenar fuerte,
seguir entrenando y después a casa. Directo a casa.
El entrenador se quebró. Venía intentando
contener el llanto desde que comenzó a hablar. Escondió la cabeza entre sus
manos y dejó que los sollozos le sacudieran los hombros.
– Mi madre me lo había advertido—continuó el
hombre—Las mujeres a la cocina. ¿O ustedes creen que los de primera división se
hacen videítos en las duchas?
Las jugadoras entonces reaccionaron con furia.
Una de ellas tomó la palabra:
-- Señor, hemos depilado debidamente nuestras
partes. No puede compararnos con los varones. ¿Usted vio el video?