Lección
de
Bibiana Ricciardi
Como se enseña desde la más
tierna infancia, hubo una era en la cual los humanos se regían por el
movimiento de un astro y un satélite (“sol” y “luna” respectivamente). Había fragmentos
de tiempo designados con el vocablo “hora”, que en un conjunto de veinticuatro conformaban
otro valor de tipo cronológico llamado “día”. La clasificación continuaba con términos
como “mes” o “año”, de acuerdo al número de unidades designadas. Los
investigadores deducen que dicha forma organizativa no era mero cronograma de
uso. Al parecer, nuestros antepasados tenían una relación tan fluida con las
entidades estelares, que hasta programaban un tiempo de exposición al sol y otro de contemplación de la luna. Prueba
de esto es la cantidad de literatura escrita sobre estos astros, a los que les
atribuían la capacidad de interferir en el ciclo vital. Espeluznante, ¿verdad? Sólo historia. Hoy nada
nos obliga a concebirnos como criaturas finitas.