miércoles, 10 de septiembre de 2014
Doscientas palabras - Deseo
Imaginá que lo imposible es posible. No sacudas la cabeza entusiasmado. Sostenés mi propuesta pero no te convence. No creés en posible revertir lo imposible. No te voy a convencer con la sola enunciación de la idea. ¿Verdad? Vamos a un ejemplo concreto. Hombre de poca fe. Te convenceré con los hechos. Pensá un imposible. Concentrate, debe ser uno que realmente te parezca imposible. ¿Lo tenés? ¿Estás bien seguro? No lo digas. Sólo pensalo. No te burles, no me pretendo adivina, pero tu imposible no necesitar ser enunciado para revertirse. Este no es asunto de palabras. Qué puede saber un fonema sencillo frente a un deseo oculto. Cerrá la boca tengo una única condición, no puede ser una persona. Lo siento, tiene su lógica. Escuchá, prestá atención. No podrías revertir con tu deseo el deseo de otro porque cómo sabríamos cuál deseo es más poderoso. Ninguno de los dos. O ambos. El deseo no puede medirse. Por lo tanto tu imposible no puede depender de otro para ser revertido. No te decepciones. Puede haber otras formas de recuperarla sin necesidad de contrariar su deseo. Exacto, lo encontraste. El tiempo.
Imaginá que lo imposible es posible. No sacudas la cabeza entusiasmado.