Día 106
Viernes 2-5-14
Poda
En puntas de pie alcanzaba a verlo. ¿En qué momento había necesitado estirarse para asomarse por la ventana? Los rosales habían sido plantados para ser vistos desde el interior pero desobedecieron el mandato. Como si tuvieran pies. Poco les importó la opinión de los habitantes de la casa. Ella y el marido, los chicos se habían ido hacia años. Como a los rosales, a ellos también los había parido calculando que estarían cerca siempre que los necesitara. Pero cada uno había crecido sin recordar el injerto inicial que les diera vida. No debía pensar así. No hoy. Ya habría mañana tiempo de lamentaciones. Esteban había vuelto. Su hijo era ahora tan mayor que parecía su padre. Elvira se veía a sí misma como a una niña. Si dejaba de mirarse en el espejo lograba creerle a esa pequeña que había retornado desde el pasado para demostrarle que el tiempo no había transcurrido. La distancia entre sus ojos y el marco de la ventana era una prueba a favor de esa teoría. Si acercara el banco de la cocina podría vigilar mejor la poda de sus rosales. Esteban no sabía nada de rosas, podía arruinarlas. Pero el banco estaba tan lejos.