Día 105
Jueves 1-5-14
Rayuela
La piedra cae sobre el tres. La niña salta en un pie hasta alcanzarla, se inclina tambaleante. No debe caerse, el pie levantado no puede rozar el piso, su mano debe ser capaz de recoger la piedra sin apoyarse. Una vez superada la instancia volverá a arrojarla con cuidado extremo. Al final está el cielo, la mayoría de los chicos intentan alcanzarlo para ganar el juego. Ella no.
La piedrita cae ahora en el ocho. Repite el procedimiento. Un pie, dos. Avanza en el casillero. Escalera al cielo. La tienta su proximidad. Lo observa ahora sobre su dos piernas abiertas. Una plantada sobre el seis y la otra sobre el siete. Desde allí el cielo parece posible.
Su amiga desde la tierra, el extremo inicial, la observa impaciente.
-- Dale, Milena.
¿Quién necesita ir al cielo? El juego ahora se le antojaba absurdo. ¿Por qué alguien se esforzaría por llegar al cielo? Un lugar sin retorno. De eso estaba segura. El cielo de verdad no te permitía volver. En la vida real, si llegás al cielo no ganás el juego y comenzás otra vez. Milena era pequeña, pero no se dejaba engañar. Sabía que si su abuela pudiera regresar lo haría.