Día 87
Jueves 3-4-14
Estrellados
Era una estrella de cinco puntas, común. Violácea con textura evidente. No necesitabas pasarle el dedo. Sarpullido de braille. Podías imaginar la aguja penetrando la piel, la tinta continuando el camino, hasta la cara de dolor del portador. Desde la nuca la estrella hablaba sin que su dueño la escuchara. La cruzaba una arruga, se inclinaba a un lado, al otro. El movimiento estelar era centrífugo: no podías sacar los ojos del centro. Me imaginé arrojando un dardo invisible desde el fondo del colectivo. Hubiera podido dar en el blanco.
Hora pico, había conseguido asiento de casualidad. El pelado estrellado también gozaba del privilegio de viajar sentado. Junto a él había una señora mayor, tapada como si hubiera llegado la ola polar. Cuando empezó a desabrigarse, su mano entró en mi plano fijo de nuca, y mis ojos por fin se desprendieron de la estrella. Ella también tenía estrella. Y la chica de delantal. Ahora no quería ver, pero no pude evitar observar la punta que asomaba del cuello de la camisa de mi propio compañero de asiento.
Toqué timbre, bajé del colectivo, esperé el siguiente. En la parada aflojé la corbata y comprobé la textura en mi propia nuca.