martes 1-4-14
Amores que matan
No le había sido fácil a Carlos relacionarse. Demasiado tímido para las chicas del pueblo crecidas con un pie en el barro y el otro en el asfalto, deseando hombres lejanos.
-- Hay que ver como están robando-- decían las doñas que dormían la siesta con la puerta de calle abierta, a la pesca de una brisa fresca que les ablande la rutina. Los noticieros capitalinos les traían postales urbanas en dosis diarias, descriptivas de esa realidad paralela, que lo dejaba a Carlos sin chance de conseguir novia.
Por eso lo suyo eran los animales. No los de granja, ninguno que pudiera terminar en el asador. El muchacho solía trabar amistad con un cisne, una liebre, un pato. O pata, como en este caso. ¿Cómo supo que era pata? Por el modo en que ella dedicó las tardes a a seducirlo batiendo sus alas, entrecerrando sus ojos sin pestañas, sacudiendo su cola al nadar. Sin embargo a los enamorados los separaba un abismo: el chico no sabía nadar. Pero una tarde en la que observaba a su amada desde la costa creyó ver un nuevo gesto en su cuello torcido. Una invitación a internarse en el agua que no pudo ignorar.
http://www.infobae.com/2014/03/31/1554059-santiago-del-estero-un-cazador-murio-ahogado-al-ir-buscar-un-pato-al-que-disparo