Día 4
Domingo 5/1/14
Silencio
Lo mejor de vivir en el piso veintisiete era que aunque no hubiera electricidad, por lo menos corría una brisa. Caliente, espesa, irrespirable, pero aire al fin. El matrimonio llevaba incomunicado ocho días. La batería de la radio se había agotado. Fue la primera discusión. Ella sostuvo que sí él no fuera tan miserable habría comprado pilas extras. Tenían más dinero del que podrían gastar.
-- ¿Vos sabés cuánto nos queda de vida?
Él lograba desconcertarla. Entonces ella enmudecía.
Poco después la comida del frezer comenzó a heder.
-- ¿Viste? ¿De qué te sirvió ser previsora? Muy útil tener la heladera llena de carnes.
No le contestó. Agarró una bolsa plástica y comenzó a llenarla con las carnes agusanadas.
-- Buena idea. ¿Vas a bajar la basura por la escalera? Porque no creo que suba nadie a buscarla.
Convivir con su marido nunca había sido fácil pero las condiciones climáticas adversas y el encierro obligado estaban tornándolo imposible.
Se acercó con parsimonia al balcón. Abrió la bolsa y tiró primero el pollo. Esperó el ruido de la carne podrida reventando contra el asfalto. Pero el sonido no subió. Entonces, sin dudarlo trepó a la baranda y se arrojó ella misma al vacío reparador.
www.perfil.com "Hebe y los cortes de luz: se pudre la comida porque tienen el frezer lleno"