Madre hay una sola
de Bibiana Ricciardi
La Unión de Madrastras de Cuento Infantil (UMACI) se había conformado hacía fines del siglo XIX. Después de largas disputas en torno a cuál de todas asumiría la presidencia. Finalmente primó la lógica y acordaron nombrar como tal a la Madrastra de Cenicienta. No imaginaron aquellas emprendedoras cuanto bien le harían a sus pares del futuro. La supervivencia del gremio se vio amenazada en sucesivas oportunidades. Hasta tuvieron que enfrentarse con la persecución ideológica y la prohibición. Una actitud macartista disfrazada de preocupación educativa. Como si los niños pudieran prescindir del terror a la falta materna. Peor aún, como si las madres pudieran dominar a sus pequeñuelos sin este temor subyacente. Por este motivo, cuando en un país del sur se comenzó a hablar de legalizar la figura de la madrastra, las integrantes de la UMACI no dudaron. Debían oponerse de lleno a semejante vejación a sus más elementales derechos.
Inspirado en: http://www.lanacion.com.ar/1501249-adios-a-la-madrastra-un-proyecto-busca-busca-proteger-a-las-familias-ensambladas