Enigma
de Bibiana Ricciardi
Hay quien nace con vocación y quien se gasta la vida sin saber qué hacer con ella. Coqui era de los primeros. Lo suyo era la risa. La ajena, la propia jamás. La carcajada debe despertarse, no contagiarse. De pequeño había aprendido que el payaso sufre para que su público ría. Chancho limpio nunca engorda; payaso contento tampoco. Coqui comenzaba su rutina dibujando una gran lágrima blanca en su cachete, seguía con un arco descendente por boca, y concluía con una cruz sobre sus ojos. Más triste imposible. Había que ver cómo se reía la gente con sólo observar su cara de infeliz. Desarrolló tanta habilidad en el ridículo que pronto fue conocido en todo el país. Paradojas del payaso, el éxito atentaba contra su crecimiento. ¿Quién puede ser infeliz en el triunfo? Sus biógrafos señalan que fue por dilucidar este enigma que se dejó atrapar por un tonto atraco.
Inspirado en: Clarín 21 de agosto . Un payaso tenía el iPad de steve jobs.
