Engaño
de
Bibiana Ricciardi
Si vos la ves no das dos pesos.
Bajita, menudita, poco de acá, nada de allá. Tiene los ojos redonditos,
hundidos, labios invisibles. Como si la hubieran hecho sin ganas. Pero cuando
agarra el violín… Mamita. Te tiemblan las piernas. Una cosa de locos. Yo nunca
vi nada igual. No era de ir la orquesta, ese día me llevó una mina con la que
andaba noviando. Cuando la vi casi me muero. Cuatro meses después estábamos esperando
nuestro primer hijo. Porque la petisa ensayaba, daba clases, estaba con el
violín todo el día. Y yo cada vez que la veía con el instrumento me entraban unas
ganas de darle. Cuando me dejó porque la maltrataba me reí. Que la subestimaba,
decía. Que la insultaba. Pero si no valía dos mangos. Sin el instrumento no
valía nada. Por eso le destrocé el violín. Ya no va a engañar a ningún otro.
Inspirada
en: http://www.clarin.com/sociedad/marido-destrozo-violines-tocar-sinfonica_0_732526909.html