Huérfano
de
Bibiana Ricciardi
Un crujido, pisaditas leves
sobre el parquet, arañazos, golpeteos Algo habitaba debajo de su cama. Alguien
capaz de hacerse invisible de día, cuando su mamá pasaba la aspiradora, y de
transformarse en presencia cada vez que la casa quedaba en silencio. Cuando
todas las luces se apagaban y ya no se oían ni los gritos de su padre. Ese ente
sabía que a esa hora el pequeño ya no podía pedir asistencia. La madre era
buena, pero no estúpida. La orden era terminante y le podía caber la pena
máxima.
La jueza desgranaba la sentencia
esperada. El niño hecho hombre escuchaba, y recordaba una noche entre las
millones que le fueron arrebatadas por sus apropiadores. Una en que esa madre
sentenciada logró esquivar la guardia paterna, y acudió en su ayuda. Una en que
intentó ahuyentar sus miedos con un abrazo vacío. ¿Tendría ella quien la cobije
en la cárcel?