Cuestión de fe
de
Bibiana Ricciardi
Salieron de la iglesia con las primeras gotas
de la tormenta que se avecinaba. Ella iba oronda colgada del brazo de su flamante
marido. Tras veinte años de convivencia había logrado convencerlo. Él se atajaba
diciendo que lo suyo no era falta de amor. El problema no era con el compromiso,
sino con la religión. Era una racionalista. Sostenía que no había vida después de
la muerte, por eso había que saber aprovechar mientras se estaba en la tierra. Rezar
no cambiaba la circunstancia fatal.
Llegaron
a la parada del colectivo cuando el agua se había transformada en granizo, y el
viento comenzaba a soplar.
-- Cosa
de Mandinga-- dijo el incrédulo—una vez que piso una iglesia y se termina el
mundo.
Rieron ambos, todavía emocionados por la
ceremonia. Pero entonces, una ráfaga más fuerte que otras arrancó el techo de
la iglesia, que aplastó trágica a los contrayentes.
Inspirada
en: Clarín 5/4 “Ascienden a siete los muertos por el temporal”