Herencia
de
Bibiana Ricciardi
Cierta vez un hombre soñó que podía cambiar el
mundo. Miró sus manos y las creyó tan fuertes como para emprender la titánica tarea.
Trabajó con denuedo por mejorar la calidad de vida de los desposeídos, por
superar la inequidad, por redistribuir los bienes de modo tal que a nadie le
falte lo indispensable. Tenía claros sus objetivos, y peleó sin tregua por alcanzarlos. De a poco el sueño comenzó a parecer realidad.
Algunas cosas empezaron a mutar. La gente siguió con veneración al hombre que había
hecho posible el cambio. Acompañado por su pueblo el hombre se sintió
invencible. Pero un día despertó dolorido. Los médicos le comunicaron que su
cuerpo no era tan fuerte, y que en el esfuerzo se le había ido la vida. El
hombre aterrado lloró y suplicó a su dios por un poco más de vida. Necesitaba corregir
el error de haberse creído único.
Inspirado
en: La Nación 6/4 – “Chávez lloró y le pidió a Dios: ´No me lleves todavía’