Donante compulsivo
de
Bibiana Ricciardi
Me dicen que no quiere firmar. Tal vez quiera
explicarme por qué. No necesitamos su consentimiento, la legislación de la
República nos avala. ¿Se da cuenta? Un sentenciado a muerte. Su cuerpo ya no le
pertenece a usted, sino al estado. Véase a usted mismo como a un muerto. ¿Puede
un difunto definir qué destino le cabrá a su cadáver? Y no me venga con
cuestiones religiosas. No hablo de re encarnación. En todo caso si le toca
regresar al mundo de los vivos tendrá que conformarse con lo que le hayamos
dejado a su “envase”. Tómelo como una cuestión kármica. Tendrá una nueva vida
más incómoda, sin córneas, hígado, o corazón. Claro que si fuera este último
caso no llegaría a renacer, ¿no? Sorprendente.
Puede ser un caso interesante de investigación para los religiosos de la
República. Volviendo a lo suyo, se niega a cooperar. ¿Me firma la negativa?