Miseria mórbida
de Bibiana Ricciardi
La
mujer extiende su mano en la puerta del hospital. Llueve una garua finita que
hiela la sangre, pero a ella le duele más el estómago que el frío. Un hambre
ancestral, congénito horada sus entrañas. Un hombre se asoma para fumar su
impaciencia. Habla a los gritos por teléfono, explica que no hay modo de bajar
un cadáver de trescientos kilos. Que habría que traer una grúa o llamar a los
bomberos. La mujer lo observa exasperarse, y espera que termine para hundirle
su propia miseria en los ojos. Sólo logrará comer si puede despertar conmiseración.
O asco.
El
hombre grita que no sabe cómo puede llegar alguien a tener semejante volumen,
pero que la grasa muerta desborda todas las camillas. El exceso alimenticio que
lo ha llevado al inmenso ataúd, lo condena aún después de muerto. La mujer baja
su mano, contiene una arcada y se retira asqueada.
Inspirado en: http://www.lanacion.com.ar/1458503-rosario-murio-un-hombre-que-pesaba-300-kilos?utm_source=twitterfeed&utm_medium=twitter