Evaporarse
de Bibiana Ricciardi
La sangre debería detenerlo. Sino
por lástima, por asco al menos. Aunque por ahí no era sangre. Vaya a saber cuál
de todos sus líquidos se derramaba justo
en ese momento. Capaz que todos. Aunque no podían ser todos porque que algunos
de sus fluidos corporales se habían ido secando. Las lágrimas, por ejemplo. ¿Cuánto
hacía que no lloraba? ¿Y si pudiera
evaporarse por completo? Derramarse toda, todita hasta desaparecer. “Hay que
aguantarse para sobrevivir”, había dicho Marita. ¿Para qué? Para nada. El vacío
de la nada era su refugio. Era más fácil dejarse hacer. Como el grandote que
laceraba ahora su interior. Los hombres eran sorprendentes, perforaban con
furia como si ellas fueran culpables de alguno de todos sus males. ¿Odiarían a
sus madres, o a sus hermanas y descargaban su furia en ellas? Un cachetazo certero
le recordó su deber. Jadeó, gritó y repitió el guión infinito.
Inspirado en: http://www.clarin.com/sociedad/Tafi-Viejo-rescataron-obligaban-prostituirse_0_646735515.html