Palabras
de
Bibiana Ricciardi
El pequeño John sabía que no debía jugar con sus
vecinos. Los padres le habían explicado que se trataba de gente peligrosa. El
niño no comprendió, pero intentó cumplir con la orden pese a que le era difícil
obviar la inquietante presencia tras el muro. Una carcajada aislada, un
chapuzón (le habían explicado que del otro lado la temperatura era mucho más
elevada), algún acorde musical, ciertos olores deliciosos, retazos de
canciones, hasta los diálogos poblados de palabras incomprensibles, lo ayudaban
a distraerse de su soledad infantil. Le gustaba seguir el sonido de esa lengua
sorprendente. Jugaba a que entendía, inventaba una trama propia sobre las inflexiones
ajenas. Pasaba las tardes en el patio, congelado perfeccionando su técnica,
repitiendo sonidos guturales, imitando interjecciones, hasta que llegó un día en
el que rió justo en el mismo instante en el que ellos rieron. Las palabras, entonces,
invadieron en torrente sus vacíos.
Inspirado
en: http://www.clarin.com/sociedad/primera-ensenan-castellano-chiquitos-Malvinas_0_647335454.html