Adjetivo calificativo
de Bibiana Ricciardi
Hay huesos que descansan en paz y otros
que están signados a revolverse en la tumba por siempre. Son íconos que
cualquier hijo de buen vecino esgrime sin mayor tino que el de una batata. ¿Qué
tino tiene el tubérculo? Ninguno, por eso la comparación. Fantasmas de un solo nombre
que no necesitan presentación. Se meten por la ventana de la cocina e
interrumpen un desayuno. Instalan sus presencias humeantes, habitan en los
discursos de los ignorantes, que cubren sus propias falencias cognitivas con el
sello plastificado del espíritu de turno.
Al maléfico Hitler, por ejemplo, la
historia lo castigó a escucharse citado como referencia obligada de cualquier
actitud en extremo sectaria o violenta. El cadáver se retuerce en su maldita
tumba sin poder descansar ni un segundo. Su nombre es hoy adjetivo que califica
más fácil, sin necesidad de mayor elaboración de conceptos.
Tal cómo él mismo lo hubiera
deseado.
Inspirado en: Clarin (27/1/12) – Política “El
gobernador de San Juan comparó a los ecologistas con Hitler”