Naturaleza muerta
de Bibiana Ricciardi
Cuando la tierra comenzó a ondularse
Akiko despertó. Un corcoveo sutil, como tantos anteriores. Temía ilusionarse. Se
sostuvo, esperó. Tenía buena salud para
sus noventa y siete años, pero prefería permanecer acostada para percibir mejor
las vibraciones del suelo. Su cuerpo leve flotó, descendió, navegó. Por fin
había llegado. El techo crujió, algunas maderas cayeron a su alrededor. Un
rugido intenso brotó de las profundidades de la tierra, y atravesó sus huesos.
La vida podía cobrar sentido en el mismo instante exacto en el que por fin la
abandonara.
Akiko
había crecido amenazada por un pronto final. El gran terremoto era tan
inminente que no tenía sentido hacer otra cosa que esperarlo. Pero el tiempo
pasó y la tierra aguantó más que su cuerpo. Mareada, borracha de felicidad,
intentó caminar para disfrutar mejor del ocaso. Pero justo entonces todo se
detuvo. La quietud volvió a ser infinita.
Afuera un pájaro trinó.
Inspirado en: Infobae (26/1/12) – “Aseguran que
un gran terremoto podría ocurrir en Tokio en el mediano plazo”