20 de diciembre
de Bibiana Ricciardi
“Que
se vayan todos, que no quede uno solo”, “Qué boludos, qué boludos, al estado de
sitio se lo meten en el culo.” Gritos, cantos, aullidos, explosiones, picazón,
ojos en fuego, Serena y Alberto, su marido, remontaban la estampida. Buscaban a Esteban, el hijo menor que se le había dado por manifestarse,
por militar en política justo en medio de la debacle.
El sol calcinaba los cerebros
asustados. Un muchacho les enseñó a comer limones para evitar los efecto del
gas lacrimógeno. Imposible llegar más allá de Avenida de Mayo, la
montada resistía disparando contra las familias y militantes que se
acercaban. La puerta del local de Burger
en el que se apoyaban se abrió. Una empleada los hizo pasar a escondidas de los
jefes que habían dado la orden de evitar el ingreso de los manifestantes. Los
conocía del edificio y no pudo dejarlos afuera.
Inspirado en: http://edant.clarin.com/diario/2001/12/20/index_diario.html