Descenso al infierno
de Bibiana Ricciardi
Planchaba los pliegues de la camisa celeste
cuando escuchó que en la tele hablaban de un edifico derrumbado. Levantó los ojos
de la tela con precaución. Reconoció de inmediato la esquina del edificio de
sus hermanos. Desconectó la plancha y la apoyó en la mesa de fórmica. En la
tele mostraban una y otra vez la polvareda que produjo el edificio al desplomarse.
Los imaginaba cayendo al vacío cascoteados, golpeados por algún
electrodoméstico que pasara raudo. El descenso al infierno. Ya de niños se buscaban.
Por eso Ana se casó joven; lástima que
enviudó. Y el otro siempre soltero. Dios
castiga los pecados aberrantes. Lo del corralito ya había sido una señal. Todo
el dinero de la herencia materna enjaulado para siempre. Los tres en la
miseria, como si él tuviera la culpa. Cuando el teléfono sonó Alberto tembló. Era
Ana, decía que estaban bien pero que no tenían dónde dormir.
Inspirado en: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-181153-2011-11-13.html