Cadáver exquisito
de Bibiana Ricciardi
La fila es extensa. “Nunca nos
imaginamos que haría lo que hizo.” Hay tiempo para dialogar con la prensa extranjera. “Yo a
veces tenía miedo incluso de hablar conmigo mismo.” De tanto abrir la puerta, el refrigerador ha ido perdiendo
frío. “Hitler mataba a los que no eran alemanes, pero a los suyos los
respetaba.” El olor es
nauseabundo. “En realidad es el diablo.” El cadáver ha entrado en descomposición. “Incluso después de cuarenta y dos años, todos nos
sorprendimos de que colocase las ametralladoras frente a su propio pueblo y
disparase.” El paso es lento, los niños juegan, gritan. “Cuando entraron en su casa encontraron dos cajas
llenas de amuletos de magia negra.” La máscara de oxígeno pasa de mano en
mano. “En realidad Gadafi no es libio, y
además uno de sus abuelos era medio judío.” El
tirano exhibe sus últimos fluidos con desparpajo.