Democracia
de Bibiana Ricciardi
Votó tantas veces que se le
hizo un cayo. Duro, rocoso, insensible. Sonríe
irónica al recordar la antigua emoción. ¿Dónde dejó el DNI? Revuelve cajones.
Debería sacar las bombachas de elástico estirado. Resignarse con los corpiños
que ya no le cierran. Poner un poco de orden en su vida. Saber por lo menos
donde ha puesto su documento. Pasea por su monoambiente con creciente
desesperación. Los libros que se amontonan en la biblioteca le recuerdan una
vieja costumbre de militancia. Debería regalar los heredados, quedarse sólo con
los propios. Vender los que le envían las editoriales. Sin pensarlo se pone en
movimiento. Junto a la alfombra crecen ahora dos pilas altas, desparejas. Un
libro ajado se le atasca entre las manos. Los ojos se pierden, la conciencia se
hunde. Olvida el apuro, los comicios finalizan. No importa, nada hubiera
cambiado. A su edad no está obligada a votar.