Diplomacia
de Bibiana Ricciardi
El
funcionario parpadeó confundido. Le había costado escribir el informe.
Repetirlo en forma oral frente al mismísimo embajador superaba su capacidad de
oratoria.
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El hombre buscaba un paraíso. Seguía la pista de Taipi, un edén caníbal.
La
ceja del embajador se elevó un centímetro.
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Hemingway, embajador.
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¿Usted leyó el libro, señor?
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Me temo que no, embajador.
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¿Sabía de la existencia de caníbales en Las Marquesas?
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No hay ninguna prueba de que los haya. –El silencio de su interlocutor lo
envalentonó -- De hecho, esto parece más un incidente literario que
diplomático.
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Sin embargo es puramente diplomático. –Cortó enojado-- Si hubiera leído a
Hemingway sabría que el precio por transgredir la frontera de Las Marquesas es
justamente transformarse en alimento de sus habitantes.
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Usted no puede creer lo que dice.
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Llevo siete años en esta delegación, y he asistido a múltiples banquetes.