Teoría de la relatividad
de Bibiana Ricciardi
Por primera vez en muchos años se sintió perplejo. Debería encontrar el modo de relativizar el hallazgo; pero una argumentación tan sólida desarmaba hasta al más escéptico. Los tipos habían contemplado cada mínimo detalle. En la sala corrían murmullos babélicos de admiración, en las lenguas más diversas.
“Pero no puede ser. No debe ser. Habría un error sistemático en el experimento. La causalidad rige nuestra vida desde 1905 cuando Einstein abolió el trono del Tiempo. ¿Qué cosa maquiavélica puede ser esa que permitiría llevar una información, desde la causa hasta el efecto, a velocidad mayor que la luz? Hasta la implacable relatividad nos confiere el beneficio de ver la causa antes del efecto”.
El hombre se estremeció. Había elegido la física, convencido de que encontraría una manera de entender el mundo. Con lógica newtoniana barajó la paradoja de relativizar lo relativo. “¿Para qué?”, se preguntó.