Diseñó el recuerdo con la tibieza del último retazo de aplauso. Quién sabe cuándo. Los premios no abundan. La hazaña fortalecería la producción futura. Acudió al sonido añorado noche y día. Tanto manoseó al mito, que las aristas se pulieron, y se transformó en piedra preciosa que resiste el paso del tiempo.
Sin embargo.
Una noche cualquiera agonizó con la certeza de que su obra ya había perecido.
Bibiana Ricciardi