miércoles, 26 de agosto de 2015
Serie arbórea - 200 palabras
Orín
Pienso en el camino descendente que hace el orín al bajar. Rebota contra la corteza. Algunas gotas escapan. Otras aceptan el orden superior. Se unen a la manada, caen. Buscan su cauce sobre la superficie romboidal. La cantidad de líquido que alcanza la base es menor que la vertida. La madera absorbe voraz lo poco que le permite el descenso vertiginoso. El resto no llega a charco. La tierra se lo devora antes.
El patio de mis recuerdos siempre está polvoriento. Meo parado, de espaldas a la casa, de frente al árbol, casi pegado al tronco. El pantalón caído sobre las piernas. Si mamá se asomara podría verme. No se sorprendería. Ella me enseñó a regar el árbol cada vez que el baño estaba ocupado. Sucedía seguido. La casa había quedado chica mucho antes de que mamá terminara de parir.
Desde el borde de la galería, de espaldas a la casa, desabotono mi bragueta. El pis demora en salir. Nadie podría verme, la casa fue evacuada. Un chorro tenue asoma, cae sobre el agua que llega ahora hasta el borde de las lajas. Contribuyo con mi grano de arena mientras miro el eco de la copa de mi árbol ahogado.
Bibiana Ricciardi