domingo, 9 de agosto de 2015

Serie arbórea - 200 palabras

Ulmus

Secó su frente. Llevaba un pañuelo de seda en el bolsillo del saco. Amarillo, color pera, había dicho ella. Se lo había acomodado con esmero al despedirlo. Vivía ahí desde siempre y allí había llevado a la mujer cuando entendió que todo sería más fácil bajo su cuidado. Llevaban pocos meses de casados pero la mejoría era evidente. La buena cocina de su esposa le había permitido sumar esos kilos que le faltaban. Ella le había comprado ese saco, y el pañuelo.
La seda brillaba pero no absorbía el sudor. Ni las lágrimas. Los hombres no lloran. Guardó el pañuelo, intentó acomodar las puntas. La imaginó retándolo. Cerró los ojos, hacía meses que no lograba dormir bien. El sol intenso se coló entre sus pestañas. Recordó las viejas siestas a la sombra del Olmo. Tomó la precaución de quitarse el saco antes de extenderse en el pasto. La brisa acarició su cara. Un sueño reparador comenzó a remontarlo hacia la lejana tierra de las mujeres bellas pero cerca de la costa una pera cayó fuerte sobre su estómago. Se incorporó, tomó el saco y continuó su camino. Comenzaba a extrañar la época en la que los Olmos no daban peras.

Bibiana Ricciardi