Si llegaras en este instante te perdonaría. Todo. La llegada tarde de hoy y las ausencias de este ultimo tiempo. Entrarías apurado, bamboleando el cuerpo, con el impulso de la corrida. Mirarías hacia aquí. No buscarías. Sabrías donde estoy. Donde siempre, junto a la ventana. Tercera mesa, la de la calle. Vendrías con la camisa arremangada, acalorado por el apuro, sin notar el frío. El invierno se nos vino encima, querido, no sé si lo notaste.
Si entraras en este mismo momento te recordaría tus promesas. Frunciría el ceño evitando sonreír. Oiría tus explicaciones, retrasaría el beso. Disfrutaría de tu confusión. Permitiría que toques mis dedos, luego los apartaría firme ante tu avance. Gata que acecha caza ratón. Bajarías la cabeza rendido. Te dejaría creerte perdido. Podría incluso secar una lágrima en el pliegue de tu ojo derecho. Bajaría el dedo por tu mejilla helada, te reprendería por tu descuido. Como si la falta de abrigo en este temprano día invernal fuera lo más grave que nos hubiera pasado. Apuraría el café, pediría la cuenta, te pondría mi campera sobre los hombros y te sacaría corriendo de aquí.
Si hubiera podido estar atenta, amor, la muerte no te habría llevado.