viernes, 10 de octubre de 2014
Doscientas palabras - Peluquera
Vuelve tarde de trabajar mi mami. Todo el día las manos en mugre ajena. La propia bajo la alfombra. Ella y yo. Nadie más. Habrá habido algún alguien. No le pregunto. Para qué. Estamos bien las dos. Yo la espero con la comida. Me sale bastante bien. Una milanesa, un huevo frito, un plato de fideos. Ella me peina por las mañanas. Hay que ver qué peinados. Nos levantamos tempranito. Antes de que salga el sol. Mate, cepillo, horquillas y hebillas. El pelo brillante, tirante. El cepillo sube y baja con una fuerza. Cien cepilladas diarias si querés tener buena cabellera. Y a aguantarse, a mamá no le gusta que me queje ni cuando clava las horquillas como clavitos en mi cabeza. Calladita porque si no viene el golpe de cepillo. Si sale sangre hay que volver a empezar. Mejor calladita. Un peinado hermoso. Uno nuevo cada día. Hay que ver la cara de mis amigas. "¿Tu mamá es peluquera?" No contesto nada. Qué les voy a decir. "No mucama". Que piensen lo que quieran, yo cuando sea grande quiero ser peluquera. A la que no voy a atender es a la hija de la patrona porque me copia mis peinados.