lunes, 7 de julio de 2014

Doscientas palabras

Dinastía

Dos kilos tienen que ser suficiente. Uno de cada lado. La pluma es algo liviano, con dos kilos sobra para un buen par. Da lo mismo el color. Me gustarían blancas. O grises, el blanco enseguida se vuelve gris. Mejor grises directamente para no sufrir cuando las vea sucias. Las voy a cuidar, pero no puedo lavarlas. No deben mojarse porque pesarían más y sería mucho más difícil levantar vuelo. Al ser humano se le complica volar. No digo subirse a un avión. Digo levantar vuelo por sí mismo. Desde el suelo. Elevarse, no tirarse desde un peñasco. Salir del patio de casa con la ayuda de un movimiento de hombros. Me mirás raro, creés que deliro. Para qué querría un ser humano volar. Creés que son sueños de niño. Te reís, te da ternura. Sin embargo vos también fuiste niño. ¿Podés recordarlo? Yo sé que si. Estoy seguro de que vos también soñaste con volar. Ya no reís. ¿Lo recordaste? Te sorprende que yo lo sepa. Te preguntás como puedo conocer tu secreto. Papá, somos una dinastía de seres alados sin alas. El abuelo, vos, el tío, Fran. Y yo. Si me comprás plumas pondré fin a nuestra maldición.