Día 108
Martes 6-5-14
Sala de espera
Antiguamente era distinto. La mujer era medio sometida. Mi familia es de gastronómicos. ¿Medio? Por eso en mi casa el hombre cocina. Los muchachos jóvenes de ahora de cuarenta, cuarenta y cinco los ves con el carrito. Vos cedés un cachito así y se toman la mano. Hay que saber poner límites. Son tiempos distintos. Prendés la tele y.
El murmullo de voces borda el espacio. Puñado de lombrices que se retuercen intentando desprenderse del montón. Quién dice qué. Las lombrices tejen la espera. En la sala el que no habla oye. El nudo se aprieta fuerte, eleva su volumen, vuelve sobre sí, se desata. Reptan las voces entre los zapatos deformados por los juanetes. Taco bajo, color gastado.
Hay que hacer lo que uno tiene ganas. A esta altura sí. Aunque nunca se termina de aprender. Eso nos dicen nuestros hijos. No dejen nada. No queremos nada.
El tono monocorde se tuerce sobre el acento encumbrado. Las lombrices bajan la cabeza, se tocan, se miden. Una más gorda, gruesa logra imponer su sentencia. Se desprende sola y se aleja.
-- Señora María Mercedes Méndez de Castillo.
La mujer se levanta refunfuñando. Ha llegado su turno justo que había logrado imponerse.