Día 118
Martes 27-5-14
Desplumado
-- Llega un momento que vos te das cuenta cuando en la pajarera te falta el lindo canario.
-- No me gustan lo canarios.
El secretario parpadeaba detrás de sus lentes. La boca entreabierta invitaba a su interlocutor a continuar el diálogo absurdo. El de la pajarera era uno más en la fauna que poblaba la oficina. Llegaban buscando un atajo. La selva era intransitable sin un guardafauna. Pero el jefe había dicho que no estaba para nadie.
-- ¿Y el papagayo?
-- No, señor. Las aves en general me causan rechazo.
Tremendo pajarón. A Estévez le había quedado el resabio de sacudirse el pelo, pero ni caspa tenía ya. Agitó el aire alrededor de su pelada. Intentó descifrar la nada, el secretario era más inescrutable que un gorrión.
-- ¿Y los gatos?
-- Me gusta más el perro.
No se le movía un pelo al pibe. Era muy pichón. O se hacía. Desplegaba todo el reino animal como si fuera el objetivo principal de su trabajo.
-- Sin embargo acá hay gato encerrado. Puedo olerlo.
No esperó respuesta. Ya le bajaría la cresta. Pero se sentía apechugado. Sin decir ni pío bajó la escalera. Pasaría el invierno sin una sola pluma que lo abrigara del frío.