domingo, 19 de enero de 2014

Doscientas palabras diarias

Día 18
Domingo 19-1-14

Quince minutos


Recorría esos pueblos desde tiempos inmemoriales. Conocía cada plaza, cada terminal de ómnibus, cada iglesia metodista, cada higuera o árbol memorable. Tan iguales, tan distintos, que ni siquiera necesitaba saber en cuál estaba realmente. Lo suyo era una vocación de servicio.
El sol bajaba justo al frente, el oeste. Difícil manejar con el reflejo en los ojos, ya estaba viejo. Pararía en el primer pueblo. Llevaba la cabina sujeta a la caja de su camioneta, debía cuidarla, que  no se dañaran los delicados cristales de su artilugio. Los conectores de la ilusión eran frágiles.
Dobló en el bulevar central y se recordó cuarenta años atrás. Había pasado la fiesta de cambio de siglo en esa localidad. Bajó hasta la plaza deseando que no lo vieran, que nadie lo reconociera. Hubiera querido dormir temprano, ser anónimo. El pueblo estaba tan igual a sí mismo como todos. Nada había cambiado. El futuro atrasaba. Los autos jamás volaron, nadie viajaba en el tiempo, y él todavía podía vivir de los réditos de su cabina itinerante. Trashumante.
En la plaza la cola ya daba la vuelta. No podría acostarse temprano. La gente esperaba ansiosa su turno para comprar sus quince minutos de intimidad anónima.

www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-238060-2014-01-19.html