Garantías
de
Bibiana Ricciardi
Las primeras jaulas tenían los
barrotes de hierro. Eran grandes. La idea no era castigarlos, pobres hombres.
No había nada de malo en pedir monedas, o mendigar un mendrugo de pan. Pero
había que ponerles un límite para que dejaran de molestar a los turistas. Que
ellos tuvieran derecho a procurar no morir de hambre, no significaba que los
gobernantes no estuvieran obligados a certificarle al resto de los ciudadanos,
una afluencia tal de turistas que garantice el trabajo a los afortunados que lo consiguieran.
Por eso ordenaron las jaulas. Amplias, de hierro. Al principio los mendigos
protestaron. Pero pronto aceptaron felices. El zoológico humano se convirtió en
la principal atracción turística de la ciudad, y eso redundó en mejores limosnas para todos. Eso sí, forraron los
barrotes con goma espuma para evitar que los indigentes pudieran invadir a los turistas
con el ruido de los cacharros contra los barrotes.
Inspirado
en: http://www.acceso365.com/0/vnc/index.vnc?id=crean-un-zoologico-humano-para-encerrar-a-los-indigentes