de Bibiana Ricciardi
Diego jugaba al fútbol. Tenía
una habilidad natural. A los siete años el papá lo llevaba a la escuelita del
barrio. Llegaba del trabajo, tomaba unos mates y partía con el nene. Tres veces
por semana. Un sacrificio inmenso, pero en una de esas se salvaban todos. El
chico pateaba con las dos piernas. Cosa del destino, o del nombre, por algo le
había puesto Diego Armando. La izquierda y la derecha. La misma habilidad. A
los diez ya tenía un empresario que lo metió en las inferiores de River. Le
pagaba el taxi que lo llevaba y lo traía. Pero de ahí no pasó, algo falló
porque un día el tipo le dijo que ya no estaba interesado en él, que se tomara el
bondi. El papá entonces lo llevó a boxear. Al parecer el futuro ahora estaba en
el ring. Lástima el nombre, pero ya verían cómo solucionarlo.
Inspirado
en: http://www.infobae.com/notas/670774-Maravilla-Martinez-fue-hospitalizado-tras-el-triunfo-por-una-fractura-en-la-mano.html